Nutrir la alegría, cuidar de sí y de los otros, respetar a la naturaleza y a los animales, y ejercer el bien, son el único camino para llevar a alguien a sentirse realmente feliz
Fonte: Monkey Business Images
Celso Morishita
Gestor empresarial espiritualista
La crisis provocada por el Covid-19 ha creado obstáculos en todo el mundo. En la economía es cada vez mayor y a pesar que las situaciones dramáticas ya son evidentes, la gravedad del impacto de esta pandemia sobre todos los aspectos de la vida todavía se va a manifestar con más fuerza y por bastante tiempo.
En el hemisferio sur el coronavirus se disemina con mayor intensidad, y el invierno potencializa esa difusión. Se intensifican las enfermedades, el desempleo, las empresas están cerrando y la pobreza y los conflictos tienden a intensificarse. Dentro de este escenario de calamidad e indefinición, es necesario que las personas conscientes comiencen o amplifiquen un estilo de vida espiritual, que pueda corregir los sentimientos negativos generados por esta crisis.
En este momento es imprescindible e inevitable que aparezca una nueva forma de encarar la vida. El primer obstáculo es la dificultad de aceptar que, de hecho, muchas cosas han cambiado. Aún con la expectativa de una posible estabilización del número de casos y de la disponibilidad de una vacuna de eficiencia comprobada, primero tenemos que aceptar una nueva realidad, bastante dura para todos nosotros, pero especialmente para los más vulnerables. Para enfrentar estos grandes desafíos se debe buscar principalmente vivir el día a día con mayor riqueza de espíritu y de corazón. Es esencial dar ese primer paso para poder contraponer una visión positiva a una realidad desafiante, ya que esto nos traerá serenidad y nos va a permitir lidiar mejor tanto con nuestro sufrimiento como con el sufrimiento ajeno. Esa positividad facilita encarar con mayor aceptación y gratitud lo que nos toque vivir en este momento a nivel personal, y también distribuir la luz del amor y palabras positivas a las personas que sufren, cultivando así un sentimiento de misericordia.
Es siempre un recurso valioso en estos momentos saber usar la inteligencia. Y podemos usarla con sabiduría si la enfocamos hacia el bien. La espiritualidad se traduce en la práctica de principios universales focalizados en servir, apoyar, ayudar, y estos principios muestran la eficiencia que no se puede obtener reclamando, hablando mal o culpando a los otros, o inclusive cultivando la insatisfacción. Por más difícil que parezca y por más que demande un gran esfuerzo, el único camino que puede llevar a alguien a sentirse realmente feliz consiste en buscar nutrir la alegría, cuidar de si y de los otros, respetar la naturaleza y a los animales, y hacer el bien.
Las personas espiritualizadas incentivan a las otras a ser útiles, a dedicarse a servir y a cultivar sentimientos positivos. Con esto existe también una mejoría en la calidad de los sentimientos personales, de los pensamientos, de las palabras, de las acciones y de los hábitos, lo que mejora el carácter y le da un rumbo mejor a la vida misma.