El momento actual representa una gran oportunidad para prestar atención y reflexionar sobre cómo queremos vivir de aquí en adelante, qué mundo queremos crear y dejar para las próximas generaciones. El tiempo de contemporizar se terminó. El coronavirus está ahí para diezmarnos y resaltar nuestra fragilidad. Si podemos aprovechar esa oportunidad para crear nuevas relaciones sociales, personales, económicas y artísticas, en base al respeto y a la unión de fuerzas, a la belleza, a la compasión y a la inclusión, podremos salir de la desgracia actual que desola nuestra especie y así poder enfrentar con más competencia y con más fuerza, a las próximas situaciones que seguramente van a aparecer. Los rumbos inciertos que las naciones y sus gobernantes han seguido desde hace miles de años se encuentran en jaque, y sólo aquellos capaces de dar amor, de ser compasivos, los honestos y los desapegados sobrevivirán. La rabia y el deseo de eliminar a quien no piensa igual que nosotros, la ausencia de empatía y la vanidad al verse mejor que el otro, la arrogancia y la incapacidad de perdonar han hecho con que nuestra especie destruya el planeta con guerras y otras atrocidades, y todavía hay mucha gente que cree que matar a los otros es el camino hacia una solución. Todas esas acciones y destrucciones están entrando en jaque con esta pandemia. En todo el planeta podemos ver a la naturaleza reocupando espacios de que los seres humanos creían ser propietarios. Eso nos muestra que si fuéramos diezmados, la vida en el planeta sobreviviría facilmente y sin sentir nuestra falta. Estamos en el momento de un gran cambio, en el que podemos reconstruir la vida en todas sus manifestaciones, o aniquilarla completamente. Entonces: cómo continuar en el planeta sin destruirlo, sin extinguir a las demás formas de vida, sin diezmar otros seres humanos? El primer paso es la reformulación de nuestro universo particular, de nuestra visión de las cosas. Es imprescindible hacer una revaluación objetiva y una serie de ajustes inmediatos de todos nuestros principios, de nuestras actividades y nuestras expectativas. A partir de ahora tendremos que restaurar internamente los valores, comenzando por el respeto, la compasión, la gratitud y, principalmente, la solidaridad – valores cruciales para que podamos superar los momentos tan complejos y difíciles que estamos viviendo.
Maria Angela Sanches Fessel
CRMV-SP 10.159